La lectura y la escritura como lenguajes son portadores de sentido cuando estos se convierten en expresión propia, de una comunidad asumida como contexto comunicativo; de esta manera, comunicarse se constituye en una práctica permanente de producción de significado.
La imprenta manual como herramienta didáctica para la expresión escrita, se apoya, facilita y promueve el habla materna de cada entorno comunitario permitiendo descubrir toda su riqueza semántica y cultural, propiciando el desarrollo lingüístico de especial efecto en los niños para sus adquisiciones posteriores en la lectura y escritura.
Independientemente del modelo educativo adoptado por la Institución Educativa, creemos que su meta primordial debe ser la de facilitar elementos para la constitución de la identidad de niños y niñas en el marco de su cultura. La escuela deberá apuntar siempre aun estrechamiento de los vínculos de la vida corriente que transcurre más allá de sus límites para poder conducirlos hacia la apropiación y recreación de su cultura.
En consecuencia la pedagogía debe crear condiciones que faciliten el enriquecimiento de las interacciones del niño con su entorno físico y social, apoyarse y promover su habla materna, el saber y la cultura del lugar y de ésta manera permitir un proceso de apropiación del conocimiento y no de memorización, de tal suerte que el niño pueda reconocerse y comprometerse vivencialmente con su entorno social y natural.
En esta perspectiva un proceso de innovación educativa no puede partir de un conjunto más o menos extenso de técnicas, sino fundamentalmente de un espíritu, de una posición frente a la vida y frente al mundo, en términos de la realidad histórica y social que se vive en el momento, y que ayude a los estudiantes a reconocer las implicaciones de orden social, político y moral de sus acciones y sueños.
